Lago Todos Los Santos
Capítulo 1
Relatos de sobrevivientes del Terremoto
Dag von Ungern-Sternberg.
Ya hace 54 años desde que aconteció la tragedia del terremoto más intenso registrado por el hombre* que devastó el sur de Chile y en especial el Fundo Puntiagudo donde en los derrumbes del cerro Limón murieron 29 personas. La quesería, centro de la economía del fundo, estaba construida junto al faldeo del cerro Limón así como buena parte de las casas de los inquilinos. El pueblito que llamamos “Quesería” contaba con una escuela que, según Ricardo Miranda, alcanzó a tener hasta 80 alumnos, lo que da una idea de la población que allí vivía. Conocí Puntiagudo un año después del terremoto y vi las masas de tierra que escurrieran del faldeo del cerro hacia el valle formando una capa de unos 3 a 4 metros de tierra que fluyó por más de 100 metros hacia el valle y literalmente se congeló cuando paró de temblar, arrasando y tapando las casas y sus habitantes. El vaquero Cholo (Isidoro Quiroga) que estaba en el lugar donde bajó la tierra enfrentó la avalancha y saltó encima agarrándose de una mata de quila navegando sobre la ola de tierra. Otros que trataron de correr los atrapó el derrumbe, tapándolos. Más o menos en el año 65 tuve la oportunidad de sobrevolar el fundo y percibí franjas como hoyos en el bosque al pie del volcán Puntiagudo. Esto me causó extrañeza, subí por el bosque hasta este lugar sospechando que era una zona de destrucción dejada por el terremoto. Mis sospechas se confirmaron. El remezón fue tan intenso que la copa de los arboles fue arrancada cayendo y dejando los troncos astillados parados con unos 8 metros, que ahora fueron alcanzados por los renovales.
Recopilé algunos relatos de las personas que vivieron aquello tratando de reproducir lo más fielmente sus impresiones que reproduzco a continuación.
5 años después del terremoto todavía se podían ver las heridas en el cerro Limón. La quesería quedaba exactamente al centro de esta imagen.
* Conocido como terremoto de Valdivia, magnitud 9.5 Puede haber sido aún mayor, los sismógrafos se saturaron en ese registro.
Valle Porvenir y los derrumbes detrás del río Cachimba. A la derecha, partes del cerro Limón.
Fernando Barrientos Galindo.
Yo estaba trabajando en Puntiagudo (tenía 21 años) y vivía en la casa que después fue de Eugenio Báez, antes yo estaba trabajando en la isla. El día anterior, 21 de mayo, habíamos tenido una fiesta de celebración de aniversario del club de fútbol “21 de Mayo” y yo estaba en la casa de Federico con Adrián (“Junquillo” hijo de Federico Miranda) tomando chicha. Empezó a temblar y vimos a la señora Loreto (esposa de Federico Miranda) bajar la cuesta desde la casa grande de la Sra. Bibi cayendo y dando vueltas de carnero. Salí corriendo para mi casa y en el camino la tierra se abría haciendo grandes grietas. En el potrero que hoy está debajo de la casa del Dr. Koch el agua saltaba en chorros muy altos brotando de la tierra. En algún lugar vi una carretilla de mano, de estas con ruedas de palo, saltar solita por el aire. Tembló por largo tiempo, dicen que fueron 7 minutos. Después vino la ola que llego casi hasta la casa de Amador y dejó “La Tagua” (gran lanchón construido de alerce con un motor a vapor) montado encima de las pataguas. Decidimos subir a la “Quesería”, en el camino encontramos a Casildo que contaba de los horrores y muerte de su esposa e hijas, iba al puerto para ir con Amador a buscar ayuda y dar cuenta a los carabineros en Peulla. Este mismo día Amador y Casildo fueron a Peulla en el Volcán (poderosa lancha con casco de hierro). Entretanto se hizo un campamento al lado del galpón 1 en la “Quesería” donde todos durmieron hasta que llego la ayuda de los militares argentinos con helicóptero, que se llevaron a la hija de Chilo Vargas (Olga Vargas) que fue aplastada por alambres y tierra quebrando la columna. Ella fue salvada por Víctor Kuschel y Juan “Guapo” (Mansilla). Juan Guapo era amigo de Celedin Igor y vino arrancado de los Carabineros, vivió por más de 6 meses escondido en el campo de Celedin al otro lado del río Cachimba, Celedin Igor era capataz en Puntiagudo. En la mañana antes del terremoto el finado Ifraim Paredes, que en ese día fue caminando a la “Quesería”, se encontró con Celedin Igor contándole que tuvo la visión de mucha sangre en el camino y que seguramente luego habría una guerra. Ifraim junto con toda su familia murió esta tarde y sólo se salvó su hija Olga. Olga Vargas se la llevaron los Argentinos en helicóptero y la trataron en Buenos Aires y volvió sana después de un año. Después vino el vapor Esmeralda y la barcaza Tronador, nos fuimos todos a Peulla. Sólo la Señora Loreto no quería salir a Peulla y se quedó en su casa en Puntiagudo. El puente sobre el rio, para el cual yo ayudaba cortar, transportar y colocar las bazas de coihue de 18 metros, resistió el terremoto y solo después, con las crecientes y avalanchas provocadas por los derrumbes, el rio se lo llevó.
Ricardo Miranda Epuyao
El sábado 21 de Mayo de 1960 en el Club de Futbol “21 de Mayo” del pueblito que circunda la quesería del Fundo Puntiagudo la fiesta de aniversario del club estaba muy animada y bien rociada. Así el día domingo no había apuros en levantarse y la vida comenzó tarde para la comunidad de habitantes del fundo que allá vivían. Mi papá había prendido la turbina y estaba escuchando radio para tener noticias del terremoto de Concepción, ocurrido el día anterior. Mi tío Federico estaba arriba en la “quesería” y nosotros (yo tenía 9 años), tío Julio, Pedro, Rosa y el Mito habíamos salido a remar en una chatita que teníamos, llamada Coico. En algún momento volví a la casa y mi mamá nos dijo que había habido un temblor. Yo ni sabía lo que esto era y en esto comenzó de nuevo a temblar y yo mire para fuera para ver el temblor. Hubo un remezón muy fuerte y salimos todos arrancando de las casas, detrás de mi mamá cayó la chimenea que por poco la alcanza. Vi como los álamos que estaban en el camino al muelle eran sacudidos y sus puntas se chocaban, eran ondas que no acababan. Mi hermano Pedro y el Mito (hijo de Albino Borquez, quesero) se quedaron remando en el lago, cuando vino el terremoto se asustaron perdiendo un remo, se tiraron al agua y vinieron corriendo donde estábamos todos reunidos. Cuando terminó de temblar fuerte mi papá (Amador Miranda) bajó al lago para ver la turbina y las lanchas, cuando estaba cerca del muelle vio el lago recogerse y en seguida vio venir una tremenda ola. Alcanzó subir a un gran pino que estaba cerca y vió como la gran ola destruyó el muelle llevando todo lo que había en su paso tierra adentro. El grupo de gente del puerto estaban todos juntos y no sabían que hacer, como seguía temblando nadie quería volver a sus casas y finalmente decidieron subir a la “Quesería” donde estaba la administración. Apenas habían comenzado a emprender la marcha cuando la tierra se comenzó a hinchar, casi al frente de ellos, y un gran chaparón de agua saltó por los aires. Pavoridos no sabíamos que hacer, pero luego mi papá convenció a los otros de seguir a la “Quesería”. En el camino cerca del cementerio encontramos a mi tío Federico que venía bajando y nos contó de la destrucción. Luego vino Casildo, que era el administrador, desecho, estaba yendo al lago para tirarse al agua y quitarse la vida ya que había perdido su esposa y dos hijas. Entre todos lo convencieron a desistir, él debía cuidar de su otra hija que había sobrevivido. Llegamos arriba, todo era destrucción, nos montaron un campamento al lado del “galpón 1” con paja y se comenzaron a organizar. Rescataron a Olga Vargas entre los escombros, estaba toda quebrada, gritó toda la noche. Casildo mandó carnear un animal y fueron a buscar pan y víveres en las casas. Recogieron quesos que estaban desparramados por todos los lados. Al otro día bajamos al puerto y luego llegó el helicóptero de los argentinos. Después vino la Esmeralda y nos llevaron todos a Peulla, Seguía temblando y estaban todos con miedo que el Puntiagudo explotara. Fuimos todos a la casa de mi abuelo Pedro Epuyao que vivía cerca de la casa Roth, ese año escolar lo terminé en la escuela de Peulla.
La gente de Playa Blanca vino a Puntiagudo por miedo de los derrumbes y vivieron varios días en Puntiagudo.
Capitulo 2
El cuaderno con el relato diario de Irma Koch (Bibi)
Por expreso deseo de Bibi Koch, su relato de la tragedia del terremoto en Puntiagudo no debía publicarse sino después de su muerte. Transcripción del diario de Bibi Koch con mínimos arreglos de grafía.
Heidi Stucki Koch
Hace algunos años, al hacer orden en mi antigua casita en Puntiagudo encontré un cuaderno de tapa dura, con una preciosa reproducción de un cuadro de un pintor sueco que mi abuelita (Mamita) Marta Müller de Koch me regaló en el año 1958 para que yo escribiera las cosas que me gustaban. Ella misma escribió dentro:
Die Liebe ist der Endzweck der Weltgeschichte und das Amen des Universums. (Novalle?) (El amor es el fin último de la historia del mundo y el Amén del Universo.)
En ese cuaderno escribió mi mamá, Bibi, el informe o “diario” de lo que fueron los días que estuvo en Puntiagudo después del terremoto del 22 de mayo de 1960.
Recuerdo que ese día era un domingo, yo estaba estudiando para una prueba cuando me sentí mareada y pensé… será que todavía es el efecto de las pis-colas de la fiesta de anoche. Levanté la vista y vi como el cuadro grande sobre la chimenea se balanceaba lentamente de un lado al otro, la lámpara se columpiaba. Ahí la Mami me llamó y dijo: está temblando con ondas grandes, debe haber un gran terremoto en alguna parte. Mi papá estaba en el campo cerca de Casablanca (cerca de Valparaíso) con mi abuelo Walter Koch. Cuando volvieron ya se escuchaba por la radio de un terrible terremoto en el sur de Chile, horrores de Valdivia, Corral. Hacia más al sur no se sabía de nada, solo se sabía que no había caminos ni tren que llegasen al sur. Mis padres decidieron inmediatamente ir a Puntiagudo a ver lo que había pasado. Las noticias cada vez peores, no habían aeropuertos, todo destruido, los pocos vuelos, repletos de gente, sin chance de poder viajar. Así finalmente el día 25 de Mayo consiguieron vuelo vía Buenos Aires a Bariloche.